viernes, 10 de octubre de 2008

ENTREVISTA A RICARDO MOLLO


ENTREVISTA A RICARDO MOLLO
Por MARTÍN ALEANDRO

Sentado contra el vidrio, de espaldas a esa tenue luz de junio que se filtra por la vidriera, tímida luz de junio que le da vida a esta tarde de bar, Ricardo Mollo mira por la ventana; afuera una joven de gabardina roja detiene un taxi y sube, más tarde el 60, el 54 y luego el 12 hacen fila en sus paradas desteñidas. Todos en el bar estábamos esperando el llamado que nos libere de esa terrible angustia. Ricardo vuelve la mirada y la poza sobre el vaso, juega con el cenicero humeante que despliega una leve columna de humo que se eleva haciendo figuras en el aire, figuras que se convertirán en charla. En una charla al galope de la historia que pondrá al desnudo unos de los grupos de rock más influyentes de nuestras pampas.
_Ricardo, esta es una pregunta que siempre te quise hacer. ¿Por qué tras la muerte de Luca Prodan no formaron una banda todos juntos: Germán Daffunchio, Superman Troglio, Diego Arnedo, Roberto Pettinato y vos? ¿Por qué se dividieron?_
_”En ese momento Germán se fue a vivir a Córdoba, nosotros fuimos allá y nos juntamos todos en la casa de nuestro manager para hablar del tema y no se dio, es una lástima. Estoy seguro de que cada uno de los miembros de Sumo debe tener una versión diferente de los hechos. Yo recuerdo haber dicho: sigamos tocando juntos pero cambiemos el nombre, porque yo no quiero largar con el nombre anterior, cargando la cruz de Jesús; pero no hubo esa posibilidad. Superman era el que mantenía esa situación funcionado, era el que nos unía, pero luego se fue a España y Germán se instaló en Córdoba. Pasó el tiempo, todavía no habíamos armado nada con nadie, y de pronto un día me tocan el timbre, era Diego Arnedo que me dice: “¿Qué estás haciendo boludo?”. Yo le contesté: “Nada”. Nos quedamos hablando en la puerta cinco minutos y luego subimos. Al instante él tomó el bajo y yo la guitarra y dejamos de hablar por horas, sólo tocábamos y tocábamos; porque esa es otra forma de comunicarnos. Ahí surgió Divididos. También te cuento que fue durísimo el contraste con la situación de la vuelta a los escenarios. Sufrimos un poco la situación de ir a tocar a Cemento y en el primer show teníamos 400 personas y al segundo venían sólo 40 personas. Es como que venían a ver que el muerto (Luca) se había muerto y chau, se iban a su casa. Esa también fue una etapa difícil para nosotros.”_

Terminó de contar y lo envuelve un gran silencio nostálgico. Se pasa la mano por el mentón lentamente, muy lentamente, y luego por los ojos. Toma un trago y me mira como para contarme algo. Yo noto que lo que va a decir le cuesta, saldría de su pasado una anécdota que está guardada muy profunda, porque las primeras palabras brotan sensibles. Esas primeras palabras se dejan escuchar suaves, casi entre lágrimas.
_”Te voy a contar el último ensayo con Sumo, la prueba de sonido del show de Obras Sanitarias en 1987, uno de los últimos shows con Luca. En ese momento el Pelado (Luca) ya estaba como un poco cansado, era un tipo que no tenía mucha respuesta física. Entonces estábamos probando sonido y él dice: “ya está, no quiero probar más”. En ese momento le digo que bueno, dejá, lo canto yo. Estábamos probando Estallando desde el océano, me acuerdo. Ahí ocurre algo tremendo para mí. Luca dice: “a ver, dale, cantalo”. Él comienza a caminar entre los músicos, después se instala a un costado, como era corto de vista yo veía que hacía fuerza para vernos a todos tocando. Se queda un rato mirando y lo veo hacer un gesto de aprobación, como diciendo: “esto ya está, yo ya me puedo ir”. Eso a mi me mató. (…) Después de veinte años de su muerte Diego me dice: “viste Ricardo, Coquito llegó al algodón”. Me lo dijo porque cruzamos a un adolescente con una remara con la cara de Luca. Esto es cómico, pero el recuerdo de aquella prueba de sonido es muy fuerte aún hoy para mí.”

Afuera la tarde se deja ser. Entre líneas y más líneas la gente se pasea perdida en una ciudad que nos les pertenece. Desde la ventana, y allá en frente, cruzando el empedrado una pared canta en aerosol “Luca Vive”. Los transeúntes pasan y no la ven ni la escuchan, porque la ciudad no habla para ellos, no les pertenece. Ricardo se ríe no sé si por los nervios o por gracia, atina a tomar nuevamente el vaso pero no, trata de retomar el tema de la muerte de Luca pero no, mejor no hablar de ciertas cosas.
_Recuerdo que en los shows de Sumo Luca lo trataba muy mal a Pettinato, lo presentaba dos veces o lo puteaba ¿Qué era lo que sucedía?_
Mirá, te acordás de Titanes en le Ring, te acordás de ese arbitro tan malo que se llamaba J. Águila, era el malo en esa situación, porque siempre tiene que haber un personaje malo y uno bueno. En Sumo Roberto era el malo, y Coquito (Luca) era el bueno. Pettinato llegaba tarde a los shows, en realidad llegaba tarde porque vivía en Marcos Paz, llegaba tarde y de mal humor, nosotros estábamos tocando frente al público, y Luca, que para esto era un maldito, decía en el micrófono: “Ahí viene ese hijo de puta que siempre llega tarde”. Y todo el mundo le cantaba: “hijo de puta, hijo de puta”. Y de ahí quedó como el malo de la película, pero en realidad era todo parte del show y de la locura de Luca y de todos.”

En la mesa de billar contigua Tomatis se inclina y hace deslizar el taco, está listo para tirar mientras su rival, Juanjo, golpea suavemente el taco contra el piso del lugar, luego hurga en sus bolsillos y saca su celular, lo revisa y comprueba que la llamada esperada todavía no se había cometido. No sabíamos nada del estado de salud del Petizo Casimiro, los médicos nos echaron del hospital y los malditos familiares que no llaman. Tomatis respira y mira al frente. La colorada y la blanca, su bola es la blanca, las demás están del otro lado de la mesa, cerca de un rincón. Tiene que golpear suavecito, para que la bola corra muy despacio, choque primero con la colorada, después con la blanca y pegue después en la baranda entre la colorada y la blanca: la colorada va a golpear contra la baranda lateral, antes de que su bola choque contra la baranda del fondo y vaya hacia la que tiene que ir en línea oblicua después de chocar contra la blanca nuevamente. En línea oblicua se desliza la charla sobre el verde paño de la tarde.
Mollo los mira y se ríe entrecortado, nervioso, respira ese aire infecto que pulula y se vuelve a la conversación.
_ ¿Cómo empezar de nuevo con Divididos después de toda esta historia, Ricardo? ¿Se puede cambiar la partida como una de billar?_
_”La vedad, fue durísimo, desde el momento en que nos encontrábamos con Diego y no hablamos, porque como te dije, no hablamos, nos poníamos a tocar y tocar.(Tomatis grita porque no consiguió darle el efecto necesario a la bola. Ricardo hace un corte, lo mira y se ríe. Luego sigue.) Con él (Diego), por suerte, como habíamos tenido una banda antes de que existiera Sumo, y por eso nos era fácil conectarnos, tocábamos con una batería electrónica y componíamos ahí, en casa. Luego vinieron los shows, donde, como te dije antes, ganábamos o perdíamos. El público se fue haciendo de a poco, de recital en recital y de disco en disco.” _
_ ¿Qué pensás de los músicos académicos? ¿Es lo mismo el conservatorio o preferís juntarse a zapar en un sala?_
_”Estudiar música es una herramienta que te permite llegar más rápido a algún lugar. El asunto es si contás con el talento para acompañarte a ese lugar. Yo tengo una prima que toca el piano y es sorda, no sorda porque no escucha, sorda porque no distingue una nota de otra; entonces un día, hace mucho, le digo: Teresa, porque no tocas el piano. Y ella me dice: “ah, bueno, pero si me equivoco las notas yo no me doy cuenta”. Se pone a tocar todo lo que la habían enseñado, pero de repente daba con la tecla y a veces le daba a la de al lado. O sea, el estudio es una posibilidad que se suma al talento del músico, que no es el caso de mi prima. En mi caso, como no estudié, en realidad yo comencé a aprender solo a tocar la guitarra, rompía las tapas de los cassettes y las usaba como púa, tocaba todo para abajo como los negros bluseros. Cuando fui a estudiar música, el profesor me dice que la técnica de púa es para arriba y para abajo, yo ya estaba sonado. Entonces a mí la música me pasa del oído al corazón directo. Está muy bien estudiar, pero la improvisación genuina te la da la calle musical, y la técnica te la da el estudio. Poder mezclar estas dos escuelas es genial. Ahí no hay quien te pare.

La tarde se va cerrando en noche, Tomatis y Juanjo ya toman café acodados en la barra, pienso que hacen comentarios acerca de política, de las carambolas o de las faldas de Claridad que siempre les da que hablar. Todo para no hacer comentarios de la maldita enfermedad de Casimiro. Ricardo apresura su vaso. Suena un teléfono celular lejano y todos nos tanteamos al unísono. Tomatis atiende muy tenso, luego nos sonríe a todos. La tarde se va cerrando en noche y todos volvemos a la normalidad.

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